Cada vez que a un coach alguien le dice que quiere que trabajar con él en un proceso de cambio, hay una única cosa que medimos: La capacidad de compromiso de quien nos busca.
Compromiso entendido como un acuerdo que hace esa persona consigo mismo para trabajar cada aspecto que se le sugiere.
Hay algo que se denomina de manera muy general como «trabajo interior» y al que muchos le temen. En los servicios que presto de acompañamiento para pequeñas empresas, hay siempre un lado humano que ha sido tanto limitador como potenciador por la persona a cargo de la empresa o negocio. Es decir, esta persona pudo tener la idea de negocio, o pudo convencer a otros de asociarse o pudo ver oportunidades de crecimiento, y esa misma persona pudo frenar una inversión, tener miedo de aceptar un nuevo reto o no saber cómo crecer.
El «trabajo interior» tiene que ver con tener claros los objetivos de tu negocio y de ti mismo dentro de ese negocio, cuál es tu papel, cómo lo estás jugando, cómo puedes cambiarlo, qué vas a hacer para cambiarlo. Desde ahí se pueden entender las motivaciones y limitantes de la persona y la empresa, desde ahí se pueden hacer los cambios necesarios, pero no es el coaching (ni a empresas, ni a personas) un trabajo lleno de formulas únicas y casi mágicas para atraer clientes, ni yo otorgo de manera exclusiva, herramientas técnicas para el inicio o crecimiento de un negocio.
Por eso es necesario saber que invertirás tiempo en definir, entender, reestructurar desde las razones que te llevaron a tener un negocio propio, hasta las razones que te limitan a tener nuevos y mejores clientes, si tienes problemas con una estrategia de redes sociales o con la tecnología y cuál es la mejor manera de cambiar eso.
El trabajo siempre es personal, la reflexión siempre es tuya, así como lo serán los resultados. Por eso como coaches buscamos la manera de medir o entender las ganas de comprometerte a mejorar en el ámbito que hayas decidido hacerlo