Estamos tan acostumbrados a negar nuestras emociones negativas que no nos damos el tiempo de vivirlas, reflexionar sobre ellas, entender su energía y los beneficios que pueden traernos.
Este será un primer escrito sobre varios relacionados con las emociones que pensamos que son negativas y la manera de usarlas como herramienta a nuestro favor
Ayer desperté con dolor muscular en casi todo el cuerpo, decaída y sin energía
Pensé: debo tomarme un analgésico para que esto desaparezca y después de dije: para qué quiero que desaparezca? Pues para hacer mi rutina, cumplir mi agenda, hacer las actividades que pienso, llevan a mi realización…
Pero la sensación era tan incómoda, estaba emocionalmente inquieta, intranquila y algunos pensamientos sobre estar inconforme con varias cosas empezaron a salir
Y me dije: y si de esto se trata eso de “llevar luz a tu sombra”? Traduciéndolo: si se trata de sentir lo que no quiero sentir, lo que no quiero mostrarle a nadie pero especialmente a mi misma? No quiero tener dudas ahora, me angustia sentir que no todo el orden que hace un par de día creía que tenia… me relajé. dije: OK voy a dejar estar todo esto, esos pensamientos, esas sensaciones físicas, esto es temporal y seguramente si empiezo a sentir todas las piedras en todos mis zapatos (ahora explicaré la analogía) seguramente eso me llevará a estar cómoda o relajada o como quiera que se le llame a un estado diferente, tal vez opuesto a este
Así que con un poco de angustia tomé papel y lápiz y tomé varios de los aspectos de mi vida que se sentían incómodos (como la piedra en el zapato, que a veces la movemos y no se siente, pero si la dejamos incomoda y puede lastimar, como si cada aspecto fuera un zapato y cada cosa incómoda una piedra)
Escribí lo que me molestaba, escribí las soluciones posibles, vi que pocas podía resolver ayer mismo, algunas podía resolverlas hoy, a otros debía darles un par de meses y otras, quien sabe tal vez aunque estén ahí en el papel o no se solucionen o dejen de ser importantes
Fue muy liberador ver que no caía en un estado de desesperación, sino que darle un orden, ponerlo en el papel, buscarle soluciones hacia que toda la incomodidad se hiciera mas ligera, el día no fue normal, mi cuerpo me pidió menos comida, la cabeza menos ruido, las emociones mas confianza. Lo hablé con mi pareja en la noche con la tranquilidad de quien narra como estuvo una tormenta aun con el olor a tierra mojada por todas partes.
Hoy fui a cita con la psicóloga de mi hija y me sorprendió cuando me narraba como ella, mi hija, debía aprender eso mismo, saber que las cosas no son blanco o negro sino matizadas, entender sus propios estados emocionales, encausarlos de manera correcta, saber estar en una emoción, no dejar todo en la cabeza sino también sentir, aprovechar la energía de cambio y oportunidad que nos trae la incomodidad, saber que cada uno de esos estados es temporal.