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El año más  cambiante y sorpresivo de toda mi vida… que bonito poder enunciarlo así porque no ha sido fácil de vivir y me resulta sano ponerle algún nombre.

Este año la vida me ha tenido arriba, abajo, en la banca, en un avión, con mil llamadas, encerrada, silenciosa, cantando, bailando, en la clínica, sonriente, desesperada, desesperanzada, en la fiscalía, con niños, sola, ilusionada, desparchada, habladora, estudiosa… año para hacer muchas cosas entre ellas también callar, resguardarme, encontrarme, regresar a la fé, ser paciente, sonreirme al espejo, ver la moneda por las dos caras.

Ha sido el año que mas miedo he tenido y el que más me ha llenado de sorpresas. He cometido un sin fin de coleccionables errores de los que he aprendido mucho y que no pienso repetir en esta vida (le daré oportunidad a otros)

He acompañado y me han acompañado, me he ilusionado y me han ilusionado, he fallado y me han fallado, he perdonado y me han perdonado. Han llegado amigos nuevos, otros se han ido, otros permanecen y he contado innumerables veces con su apoyo y con el de mi familia.

Sigo sanando errores viejos y he sonreido mas que en cualquier otro año.

Sigue habiendo un par de situaciones que aún no se resuelven y que me piden a gritos ser paciente cuando lo que había hecho siempre era pedirle al mundo que fuera a mi ritmo, a mi muy acelerado y caprichoso rirmo. Este año desaceleré tanto como me fue posible, al punto de volver a sentir mi respiración y el latido de mi corazón en el pecho.

Canté mucho y desafiné mas, entendí la música de  otra forma. Llegaron Pedro, Pablo, Paul a enseñarme y alcahuetearme en la música y como persona. Compuse improvisadamente mis dos primeras canciones, descubrí que el reggaetón en balada suena delicioso y me atreví a mandar ese experimento a muchas personas.

Ví mis miedos, unos se alejaron y con otros he aprendido a caminar.

Cada día me quiero más, me equivoco con menos culpa, perdono más rápido, he dejado de ser perfeccionista y busco mi paz sobre cualquier situación que se presente. No lo sé todo, no se cuando pasará cada cosa, conozco mejor mis puntos débiles y mis defectos, me distraigo con algunas situaciones, me brillan los ojos con la ternura, me volví extrañamente fotogénica  y todo eso, todo eso también está bien.

Ha sido mi año de reencuentro con Dios, de acrecentar mi fé, de tener un sinumero de experiencias hermosas, milagrosas, sanadoras, liberadoras, que me han enseñado a soltar, confiar, creer, regresar, amar, perdonar, vivir en paz, agradecer cada día. Hace un año no imaginé la cantidad de cambios que se me presentarían en mi vida ni la manera en que afrontaría cada uno de ellos, pasé del desespero extremo y el drama a la confianza plena en el plan divino, camino al que he regresado y que ya no escondo. Gracias Dios por estar siempre, gracias por los papás maravillosos que tengo, los hermanos incondicionales (de sangre y de acciones) ese montón de amigos que me hablan como si fueran ángeles que me llenan de esperanza, mi hija que es mi motor, mi espejo, mi sonrisa mas sincera y el amor mas profundo de mi corazón. Un año lleno de aventuras y de amor.