Hace unas semanas coloqué la siguiente frase a la entrada de mi casa: «Por sobre todas las cosas cuida tu corazón porque de él mana la vida» Prov 4:23 Esta frase potencia en mí una verdad no negociable de cuidar muchas cosas dentro y fuera que me roban energía, vitalidad, alegría, impulso. A veces son los pensamientos propios, otroas veces pueden ser comentarios negativos de personas cercanas, otras veces también tiene que ver con no «regalarnos» tiempo suficiente a nosotros mismos. Nos levantamos en la mañana con prisa, nos bañamos a prisa, desayunamos cualquier cosa, estamos pendientes de otros, nos metemos en el tráfico y no nos dimos un tiempo para estar a solas, respirar, sentirnos, abrazar a la vida, estar conscientes y seguros de que la vida nos pertenece, el instante nos pertenece y lo creamos. Más que «regalarnos» ese tiempo es considerarlo un momento sagrado para poder empezar el día recordando por qué y para qué estamos aquí, es cuidar tu ánimo, energía, pensamientos de todo lo que los deteriore o de lo contrario nos vamos a encontrar como un globo que se va desinflando durante el día sin posibilidad de expandirse, entregar, sentirse vivo… tan sólo en esa sensación de estar acabándose, entonces sentimos que damos todo por otros, que los demás son un problema, que casi todo nos frustra porque no hay espacio para ser nosotros mismos, soñar, amar la vida y resulta necesario y obligatorio ese tiempo para recargarse, eso puede implicar aljearte de personas o situaciones dañinas, tóxicas, innecesarias, eso implica también que te vuelvas mas disciplinado con tu hora de dormir para levantarte realmente listo, implica regalarte ese tiempo para ti y que se vuelva absolutamente necesario e indispensable porque sin fuerza en el corazón es imposible ser feliz.