No escucharme, no escucharme por años fue mi gran error. Dudar de mis percepciones, callar mis dudas, no buscar ayuda.
Mi primer matrimonio duró 13 años, cuando finalmente decidí divorciarme mi terapéuta me preguntó desde cuando había notado que las cosas iban mal… desde el prinicipio, le dije, y me dió mucha pena decirlo. No es lo mismo saberlo, dudar, callar que ser capaz de aceptar un error tan grande antes los demás. Total, yo ya me había mentido todos esos años y nadie lo sabía, pero sacarlo a flote, encararlo, perdonarme y empezar a hacer algo por mi vida, eso sí que no era tan fácil.
Debía reconstruirme, asumir mis miedos: los que me llevaron a esa situación y los nuevos, los que debía enfrentar para salir. Llevaba un par de meses de vivir nuevamente en Colombia, mis amigos del colegio, de la universidad ya no estaban aquí o sus vidas tenían rumbos muy diferentes para coincidir. No tenía ninguna experiencia laboral en mi país, no sabía sí debía regresar a México o continuar acá. Tenía a mis papás, mis hermanos y mi hija, ese motor que me impulsó a cambiar todo para no verla repetir mi historia nunca.