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Pase mucho tiempo queriendo cambiar, pidiendo un cambio, esperando un cambio y nunca pasaba. Daba un paso, me asustaba o me conformaba, dejaba de escucharme y seguía con lo que tenía, con lo que estaba acostumbrada, con lo que parecía cómodo.

La insatisfacción seguía, sabía que podía hacer más, vivir mejor, entregar más pero no tenía el cómo. Necesitaba reprogramarme porque especialmente mis emociones me confundían, me estancaban y no me dejaban pensar con claridad.Creía que pensar y sentir era lo mismo, y me quedaba en emociones poco productivas, en el drama del acontecer diario

Entonces me di cuenta que me acercaba a los 40, que sin ánimo de ser paranoica me quedaba poco tiempo para ser, hacer, lograr, disfrutar…. ahí busqué y encontré la ayuda necesaria  e inicié un proceso diferente con el cual me comprometí desde el alma (esa historia está en mi primer entrada al blog…¿Cómo llegó el coaching a mi vida?)

Hoy ya no me excuso en «no es urgente», «puedo esperar», «lo hago mañana» a veces parece que voy a un ritmo muy acelerado sí me comparo con otros, es el ritmo que he querido ponerle a mis sueños, busco varias soluciones a mis situaciones externas, manejo mejor (muchísimo mejor) mis emociones para que no me frenen.

Mi mejor decisión: comprometerme, mi mejor encuentro: Jorge Hernández, mi mejor herramienta: el coaching.