Soy muy humana, tan humana como tú, más humana que otros, menos humana que varios. Muy normal.
En ese proceso de reconocerme, tratar de entenderme o vivir, he atravesado situaciones complejas, algunas le pasan a muchos, otras sólo a mi, en otras aún estoy inmersa. Pero hoy alguien me mostró que mucha gente que pasa por lo mismo o tan sólo por una de las situaciones que yo he pasado no logra reponerse nunca, otros se demoran años en lo que me he demorado meses y claro, otros nisiqueira se meten en los líos que yo me meto capaces de identificar las situaciones antes de que sucedan, pero para ellos no va lo que escribo, aún así espero que me lean y esto le ayude a alguien que conozcan.
Cada prueba que vivo me hace sentir lo que tu sientas ahora y no te deja estar en paz, y como he vivido tanto puedo ayudar en muchas situaciones a buscar el mejor camino, a lograr que creas nuevamente en ti, a que brilles desde tu lugar, a que te sientas pleno y a que te quieras un montón.
Mis recuperaciones emocionales, económicas, espirituales están al servicio de quienes lo necesiten, lo que doy lo doy de corazón porque sé que sirve para sanar, para ser mejor, para estar pleno, para sacar fuerza cuando la cabeza dice que no hay camino, para sonreír cuando todo lo que antes pensaba que era la seguridad, la razón de vivir, el camino correcto se desbarata antes los ojos y el único camino es reconstruirse. No es valentía, no lo es para mi cuando he visto el miedo a la cara mil veces, cuando duerme conmigo o no me deja dormir, es fé. Y esa fé sana, enriquece, multiplica, acerca (aleja sí esa es la mejor opción) es fé en uno mismo, es amor propio y desde esa fuerza que me da la fé puedo compartir con los demás y agradecer a quien todo me lo da.