sin lugar a dudas este ha sido el año con más cambios en mi vida, con más enseñanzas, un tiempo para conocerme mejor, estar mejor, ser mejor. Yo sabía lo que era vivir en México pero no sabía cómo era regresar después de tantos años, cómo era venir con una hija y sin una pareja, tenía una check list de las cosas que debía resolver durante mi estancia y un par de planes que he modificado con el tiempo. Sabía que el calor no era mi fuerte y que en algún momento no se me antojaría nada de comer de tanto extrañar mi tierra, muchas de esas cosas han sido diferentes y evidentemente ha sido una época de gratas sorpresas. Este año me he exigido cambios a los que me había resistido durante mucho tiempo y otros los he disfrutado gratamente, he conocido mucha gente nueva y me he reencontrado con ojos y abrazos que dejé de sentir hace años. Por momentos pensé más en mi hija que en mi, en su adaptación, en su tristeza y en todo lo que esto representaba para ella en la historia de su vida, y eso me cobró factura emocional hace unas semanas, no porque ella haya dejado de estar bien, me refiero a pensar más en ella y en todo lo que yo debía hacer y el cómo hacerlo que en mi misma, fueron semanas de lágrimas que como equipaje extraviado por fin llegaron a su destino y me recordaron todo lo que dejé para estar aquí, sé vivir con eso porque sé que las emociones son pasajeras y que hay que dejarlas estar para que no se queden en el cuerpo, ni en la mente. Al terminar todos mis pendientes hice una lista de lo que quiero para mi siguiente vuelta al Sol, no puedo preveerlo todo, sólo pongo un par de notas, trato de definir el ritmo e iremos creando la melodía y todo lo demás en presente. Cmbié mi alimentación porque el calor me quitó el apetito, así que le di todos los jugos posibles llenos de mezclas extrañas al mediodia para mantenerme muy sana y fresca, empecé a usar mis piernas como mi vehículo de trasporte favorito y después de no sé cuantos años de estar en la ciudad, me dejé enseñar a usar el transporte público. Esta semana decidí ir al gimnasio, cosa que jamás hubiera hecho antes en mi vida, pero al ver como cambiaba mi cuerpo al caminar imaginé que podía hacer mucho mas por él y por mi misma en otro lugar, un lugar que antes taché de estar lleno de egos deformados, entre otras tantas cosas… y lo que he visto ahí es que gente que tiene metas, que se esfuerza, que disfruta lo que hace, en lo personal vivir ese tipo de cansancio me ha mostrado que en otras actividaes mi cuerpo aumenta su resistencia y me canso menos. esforzarme ahí hace que cualquier cosa que le reste debilidad a mi vida pueda ser cambiada, como lo he dicho en otras ocasiones, la debilidad se vuelve fortaleza, como cuando tienes miedo, como cuando tu cuerpo no responde, como cuando las circunstancias te mueven a cambiar sin pensarlo, al igual que con la música he visto que la disciplina es una de las mejores herramientas que puedo adquirir y conservar, así que seguiré dejandome nutrir por las metáforas que ese proceso conlleva y moldeando mi cuerpo que es reflejo de mi vida hacia donde quiero llevarlo, mostrando amor y respeto hacia mi misma. No sé que tantas cosas me queden por mencionar, sólo sé que estoy agradecida conmigo por decidirme a aventurar todo el año, ha sido inovlidable y sé que es antesala de muchas cosas más que están por venir… felices primeros 42 (aunque falte menos de una semana para el festejo oficial)